A veces, una melodía sirve para esquivar besos, esos besos que lanza el infortunio y que nacen de labios anónimos cosidos con amaneceres a la boca de la vida. Otras veces, una melodía se pone el traje de los domingos y hace que la tristeza tuerza el gesto, que baje la mirada y se vacié de ese agua salada que llueve cuando se cubre de nubes el cielo del Alma.
Las melodías sirven para todo, para volar o para hundirte. Tú decides...
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